Dios te trajo hacia mí porque TE AMO
Un niño salió corriendo hacia la escuela, una madre preparaba el desayuno a su familia, las combis corrían para ganar pasajeros y los cobradores metían más y más gente donde ya no había espacio.
Dos amigas corrían cruzando el puente para llegar a clases, tres jóvenes se alejaban alegres porque se dieron cuenta de que no tenía labores, la gente pasaba y pasaba como si supiese donde ir y mi vista se quedó en el lugar exacto de donde deberías aparecer.
El tiempo corría presuroso como siempre, mi reloj avanzaba, el sol seguía subiendo, el aire se tornaba más cálido y no llegaba el carro que te traería hacia mí.
El Misti era por fin superado por un sol cada vez más radiante, mis pensamientos se agitaban, mis deseos de verte se descontrolaban, pero mi vista no se cansaba de mirar aquel lugar donde deberías aparecer.
La gente se movía, la gente se apresuraba, se amontonaba, se empujaba, se saludaba, se despedía, y tú no aparecías.
Los malos espíritus asechaban mi mente, moraban mi lado sensible, tentaban mis debilidades y me decían que algo malo debería haberte pasado.
Las certidumbres se hicieron inciertas, las ideas se nublaban, todo parecía perdido y cuando me hallé así, vi su mano tendida hacia mí.
La gente seguía pasando, el sol seguía subiendo, tú seguías sin aparecer, pero dentro de mí un espíritu agradable me confortó, me abrazó y calmó mis dudas, disipó mis penas.
Terminé de orar, creí en él, bajé del lugar de donde estaba sentado, y con la gente que pasaba, empecé a pasar yo también.
Caminé hacia el puente, con una certidumbre extraña de que era allí donde iba a verte, me senté a esperarte.
No importaba que llegaras tarde, no importaba la hora, no importaba los motivos, sólo importaba que estuvieses ahí.
Pasaba el tiempo en mi reloj, el calor era cada vez más irresistible, se pronosticaba una mañana soleada, la gente dejó de pasar un poco, mi vista se alejó del lugar de donde deberías aparecer y deseé que estuvieses allí.
¿Quién dice que los milagros no existen?, Dios te trajo a mí, y por creer sin ver al fin apareciste un tanto preocupada.
Y mientras te acercabas a mí, a miles de kilómetros una ráfaga de viento surcaba el cielo de Noreste a Suroeste, el sol se posicionó a 45º de donde estábamos, me miraste, te miré pero disimulé tratando de ocultar mi emoción, la gente había dejado de pasar por el puente.
Me paré de donde estaba sentado, no importó nada, sólo podía estar feliz de verte, la ráfaga de viento llegó al puente, te miré por fin, me miraste… y en la coordinada incidencia de viento, sol y amor, te di el abrazo más hermoso que había dado en toda mi vida.
Dios te trajo hacia mí, de la misma manera que te trajo a mi vida, nunca nada malo te pudo haber pasado, Dios fue fiel y te trajo hacia mí, porque yo… yo te amo.
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