domingo, 18 de diciembre de 2011

EL RACISMO EN EL PERÚ

Es común afirmar que el Perú no es un país racista, que aquí vivimos armoniosamente indígenas, blancos y mestizos, negros y chinos y otros grupos minoritarios, y que las oportunidades sociales están abiertas a todos sin reparar en sus peculiaridades raciales.
La realidad es muy distinta.  A pesar de ser un país pluricultural, existe mucho racismo en el Perú. La discriminación racial no es una novedad. Es una consecuencia de un largo proceso que ha durado siglos, en los que se excluye a un sector de la población sobre la base de su etnia y se menosprecia sus manifestaciones culturales
La población blanca, culturalmente dominante, ha impuesto valoraciones y normas de conducta que discriminan a los mestizos y sobre todo a los indígenas, y los mestizos replican este patrón de comportamiento respecto a estos últimos.
Y los indígenas, por el efecto retro alimentador del prejuicio, tienden a internalizar la imagen devaluada que de ellos les ha impuesto el blanco; muchos aspiran a igualarse con los mestizos urbanos.
El fondo de nuestro racismo es el rechazo de las culturas originarias, pese a la glorificación oficial de esas culturas; la idea que tenemos del país y de su desarrollo excluye al indígena del "nosotros" nacional. Es un pecado original todavía no redimido.
No hemos sido capaces de ver nuestra diversidad cultural como una riqueza y de resolver el antagonismo de nuestras culturas constitutivas en un pluralismo aceptado y generoso.
Habría que empezar por reconocerlos y llamarlos por su nombre; podría sugerirse al Ministerio de Educación y a las universidades realizar estudios que analicen qué tipos raciales son despreciados o sobrevaluados, qué características tiene el prejuicio racial en cada clase social y región geográfica, qué formas de discriminación efectiva prevalecen en la vida cotidiana y cómo se fortalecen y propagan los prejuicios raciales entre nosotros.
Ser consecuentes con esta reflexión nos llevará necesariamente a revisar a fondo el proyecto de país y a descartar para siempre fantasías modernizadoras, que llevan dentro de ellas actitudes racistas.

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